Este blog es un viaje a esos días de caza y conservación, esperamos que sean nuestros compañeros de equipo.

Otoño. Esta estación es mágica para todos los sentidos. El campo se prepara para el letargo invernal, y antes de quitarse la ropa, los árboles se tiñen de colores otoñales y nuestra mirada se deleita con paisajes que son puro espectáculo.

Olor a tierra húmeda ¿Se puede comparar? Incluso el nombre es bonito: petricor. Un aroma que activa las emociones.

Y si a todo esto le sumamos que estamos inmersos en plena temporada de caza escuchando a los valientes batir nuestras montañas al roce de las conchas, debe ser lo más parecido a estar en el paraíso.

Pero aún nos queda un sentido, el del gusto, porque como he repetido en numerosas ocasiones, el partido acaba en el plato. Son muchas las ventajas que nos da el campo y que el simple hecho de ir a pescarlas es un privilegio. Como es el caso de las setas. El cazador no solo vive de la caza ...

"Como dice el refrán," cuando llueve en octubre, el rebozuelo se mueve. “El otoño también es sinónimo de setas. Tras los meses de verano, las primeras lluvias y una temperatura ideal en los bosques y montañas, una gran variedad micológica comienza a proliferar en los suelos de toda la península para el deleite de muchos.

Fácil, lo que se dice no es fácil, o al menos para mí. Salir al campo en busca de setas, a menos que seas un experto, es difícil. Saber dónde crecen los rebozuelos, cuánto esperar después de la última lluvia a que salgan los rebozuelos, hartarte de ver muscarias tóxicas por todas partes, saber a qué tipo de bosque les gustan los boletus y tener cuidado de no confundir una cesárea de amanita con un phalloides. Por eso prefiero ir siempre acompañado de un experto en la materia.

Para aquellos de nosotros que no somos expertos, recuerde:

Hoy los invito a disfrutar de los sabores y olores dignos de los majares de rey. Unos buenos rebozuelos con corzo y llenan tus cocinas campestres.

3 kilos de carne de corzo. 6 cebollas. Media cabeza de ajo. Medio litro de vino. 3 chorizos. Medio kilo de rebozuelos. 1 kilo de patatas. 2 guindillas. Brandy. Perejil. Pimienta. Aceite de oliva. Sal.

Lo primero que hay que hacer para preparar el corzo es poner los trozos de carne en un bol el día anterior, y dejarlos con un adobo de medio litro de vino, media cabeza de ajo, guindillas y una copa de brandy.

Al día siguiente, escurrimos cada trozo de carne, lo pasamos por harina y lo freímos a fuego alto por ambos lados durante un par de minutos, para que quede sellado y no pierda su jugo al cocinarlo.

Reservamos la carne y el jugo que ha quedado del adobo donde ha estado toda la noche.

Coger una olla o sartén muy grande y sofreír las cebollas picadas a fuego lento, en un buen chorro de aceite de oliva.

Mientras se escalfa la cebolla, sacamos un mortero y trituramos media cabeza de ajo pelado, un par de guindillas, la carne de los pimientos, el perejil y la sal.

Vertimos el contenido del mortero junto con las cebollas y revolvemos. Agregamos también el jugo de la marinada.

Cuando las cebollas estén doradas, añadir el corzo, un poco de sal y cubrir con agua. Deje que la carne se cocine a fuego lento durante al menos dos horas. Es una carne dura, por lo que pasado este tiempo la picaremos o probaremos para ver si necesita más tiempo de cocción.

Mientras se cuece el corzo, pelamos y freímos unas patatas. Cuando la carne esté lista, agregue las papas a la olla o sartén, agregue los champiñones, revuelva y cocine a fuego lento durante otros 15 minutos.

Las setas son un complemento perfecto para cualquier carne de caza, tanto si es más vieja como en este caso, como cuando es más joven (conejo, liebre ...).

 Buen fin de semana.

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